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La transformación de la Cuaresma y Semana Santa de Antigua.

La Cuaresma y Semana Santa de Antigua Guatemala ha sufrido grandes transformaciones en los últimos 50 años y de ser una conmemoración mística, transformadora, religiosa, tradicional e íntima, pasó a ser una especie de feria con todo lo que eso conlleva.

El recuerdo de procesiones menos ostentosas, pero siempre elegantes, queda solo en eso, en recuerdo, ante el crecimiento de los cortejos procesionales que lógicamente tuvieron una explosión cuando los cucuruchos capitalinos voltearon a ver hacia acá y se dieron cuenta de que tenían lo mejor de dos mundos: una ciudad hermosa y sin lo feo que puede ser transitar por las calles capitalinas y celebraciones verdaderamente místicas.

En los años 80 creció la economía del país con la instauración de la democracia y muchas hermandades tuvieron al alcance de sus manos más recursos, pero el boom de los medios de comunicación también contribuyó a difundir aún más lo que sucedía en esta ciudad de Santiago de los Caballeros, la cuna de la religiosidad en el continente.

Con la entrada de los años 90, el crecimiento ya no se detuvo y fue la procesión de Jesús de la Caída de San Bartolomé Becerra la que experimentó la mayor transformación, primero con la ampliación de su andaría y luego con la llegada de más cargadores capitalinos que hoy son mayoría y convierten el Quinto Domingo de Cuaresma en uno de los dos días que más visitantes recibe la ciudad colonial.

Antigua se transforma para bien y para mal porque se escuchan quejas sobre la desmedida comercialización que se distancia del sentido religioso, pero también se convierte en una reactivación económica, ya que el dinero que pasa por las manos de quienes se dedican a algún negocio es importante.

Según datos de estudios hechos antes de la pandemia de COVID-19, entre Domingo de Ramos y Domingo de Resurrección circulaban en Antigua más de U$700 millones que se diluyen en cientos de personas, desde quien vende en una mesita hasta los grandes hoteles y restaurantes.

El futuro de la Cuaresma y Semana Santa en Antigua depende mucho del sentido común que tengan las autoridades, hermandades y empresarios, tres actores fundamentales que no están unidos, sino que cada uno trata la celebración como mejor le convenga.

Unirse en una plataforma multisectorial se hace necesario para que no solo los visitantes tengan una buena experiencia, sino también los vecinos que sufren con la invasión de personas que muchas veces hacen desmanes y pierden el respeto por lo que es una ciudad Patrimonio de la Humanidad.

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